Lobotomía química

La vela derrama su cuerpo en el suelo que la sostiene. Debilitada en sus cimientos, la carne desfigurada adquiere formas caprichosas y enmascara su rostro hasta tornarlo irreconocible ante el espejo. La desnudez descuartizada de una anatomía en caída compone un cuadro que sólo alcanza consuelo en el horizonte rayano del piso. El combustible son los sesos licuados en busca del estupor. El incendio presentido en la destrucción voluntaria de una memoria averiada que, sin reparar en motivos, emprende un viaje a la caza de los yerros de una  inconveniente percepción de la realidad. Mezcla indivisa de culpa y exhibicionismo de la intimidad, en el proceso, migran al vacío las formas coherentes de la conciencia. Complaciente sangría de curandero, que so pretexto del buen andar y supervivencia, sacrifica las cadencias naturales y los requiebros congénitos más caros. Es el sufriente tránsito a la abolición del yo.

0 comentarios:

Publicar un comentario