SOMOS

Somos únicos e inalterables en nuestra convicción de relojes de cuerda. Fueron los simbolistas franceses los pioneros en el arte de ver el mundo con los oídos. Indiferentes, inertes y deseosos de pasar inadvertidos frente a la mirada escrutadora de la gente de carne y hueso, asediamos los párpados agitados de los seres humanos durmientes. Escucha la metálica caja de resonancia de nuestro pecho carcomido por la herrumbre. La piel fundida sobre piel mortecina, la máscara deshilachada de momia sin lengua, todas son las facciones de un sarcófago dentado al que debería temer toda la progenie mamífera. Los labios de nuestra faz inexpresiva son solo semejantes a la luz de la pantalla de TV a media noche. No nos darán alcance ni pretendemos vuestro cobijo. Las lecciones de vampirismo la aprendimos de los espejimos de un futuro no escrito todavía, pero presagiado en las voces de  generaciones anteriores al uso razonable de la tecnología.

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