El insano recuerdo de tus desvaríos
asidos de pies y manos
Cabalgan, sin riendas ni espuelas, en el lomo sin pulir
de la madera desnuda.
La rústica e hiriente caricia del carpintero dispuso
Apariencia y trato cruento
a las carnes
mutiladas de tu cabalgadura.
La hospitalidad del manicomio
Cautiva en celdas transparentes
Contagia la cura
que anida a solas en la nostalgia
por la coherencia estatuaria del afuera
sin saciar la sed por los venenos del mundo exterior
Garganta sedienta de los venenos del mundo
No te aferres a la esperanza de caer
No te fíes del andar desbocado de la imaginación
Tu boca extenuada
por los desafueros y los hábitos pertinaces de quien respira
es trama y fin
Aliento y desaliento
La asfixia indolora y contemplativa
del paroxismo
Morir nunca es intento
No hay veneno ni puertas
Tu agonía
Solo es remedo
De soledad
Sombra y reposo
La combustión del aire
Consume materia
Sin madera para vivir
El aire escasea
estrangula los fuegos
De la vida
sin voluntad ni tiempo
para discernir
para discernir
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