huidizo

Gustoso hubiese dicho la verdad. Sin titubeos habría articulado cada sílaba con la airada vanidad de un locutor de programa cultural. Pese a esa inclinación inequívoca de mi sinceridad no puedo consentir revelarme frente a quien no sabe escuchar. La verdad, nuestra e impura, emerge apenas para mostrar ruinas y corrosión, nunca remedia nada, sólo hace más patente los requiebros decadentes de la frágil naturaleza de las personas. Vivir con la verdad implica golpear tu propia fisonomía hasta desfigurarla entera. Esa cicatriz monosilábica se porta como una máscara que antes de ocultar, más bien desnuda. Las revelaciones evidencian la identidad de tus errores y ubicación precisa de las trincheras donde tu insensatez malsepultó los miedos vencidos por tu empeño de obrar a contracorriente.

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